El verano en Minnesota

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Por Guillermo Rivas Romero

Llegue a Minnesota hace 11 meses.

Los ajetreos de la mudanza y un recrudecimiento de la pandemia me impidieron gozar del verano de 2021. Luego, el bello otoño y el largo invierno.

Como latino, a pesar de llegar a una región donde no abundan sud y centroamericanos, la cálida recepción, me impidió sentir demasiada nostalgia por el Perú o por California, de donde provenía.
Primer invierno duro y crudo. El verano fue largamente esperado.

Y no es que el invierno esté carente de atractivos. Para un fotógrafo amante de la naturaleza, no hay estación exenta de belleza. Pero luego de más de medio año de frio y nieve, el sol es siempre bienvenido.
La cantidad real de lagos de Minnesota es de 11,842. En verano es maravilloso no solo verlos sino explorarlos en kayak, en canoas, o en largos paseos por sus orillas.

Para los niños, en vacaciones, hay multitud de parques con juegos, algunos de agua. Mi nieto mayor (9 años) ha iniciado el hobby de fotografiar aves. Las hay por doquier, de hermosos y variados colores y trinos.

Es una estación especial para los abuelos que sacamos a pasear a los nietos y al perro de la familia.

La gente de Minnesota es tan amigable que no hay mejor forma de hacer amigos nuevos que paseando a la mascota.

Hay actividades de corte cultural que resultan muy divertidas en compañía de la familia:
-El Walker Art Center, el mejor museo de arte contemporáneo de los Estados Unidos, al lado del Minneapolis Sculpture Garden, paseo indispensable para quienes visitan o viven en la ciudad.
-El Minneapolis Institute of Arts, en el que se exhiben 83,000 obras de arte con trabajos de Degas, Van Gogh, Matisse, Monet, Rembrandt y Rodin.
-El Weisman Art Museum, diseñado por Frank Gehry.
-El Science Museum of Minnesota, donde entre otras muchas exhibiciones podemos ver a uno de los cuatro completos Triceratops reconstruidos en el mundo.
-El Minnesota Children’s Museum, uno de los pocos museos del mundo donde no existe la señal “no tocar”. Es un lugar al que podrán llevar a los pequeños en incontables ocasiones sin que estos dejen de divertirse.

En las Twin Cities existen algo de 60 museos por visitar.

En Saint Paul, una visita obligada es la Catedral. Este monumento religioso e histórico fue el sueño del Cardenal Ireland hace un siglo. Recién se terminó de construir en 1941, consagrándose en 1958.

Su impresionante aspecto y las joyas religiosas que ahí se exhiben son el marco inolvidable de las misas que celebran. La réplica de la Pieta de Miguel Ángel que alberga, es uno de los hitos imperdibles de la visita.

Las históricas cataratas de Minehaha son otro lugar de obligada visita. Se hicieron célebres a causa del poema épico de Henry W. Longfellow, “The song of Hiawatha” que al publicarse en 1855 se hizo universal. Todo el lugar invita a que las familias se animen a pasar el día, en cualquier momento del año. Claro, en invierno sus aguas aparecen congeladas lo que también ofrecen una imagen muy fotogénica del lugar.

Caminar por estas tierras, antiguamente habitadas por Siux y Dakotas, hoy por casi seis millones de habitantes de los cuales casi un millón somos inmigrantes, me hace sentir más que nunca que somos ciudadanos del mundo, y que todos somos compatriotas, cuya tarea más urgente es responsabilizarse por el futuro de nuestro amado planeta.

Guillermo Rivas Romero




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